El español Rafa Nadal, número uno mundial, ganó su segundo título de Wimbledon al vencer al checo Tomas Berdych, decimotercero del mundo, por 6-3, 7-5 y 6-4. Dos años antes en este mismo escenario, Nadal se saltaba a la torera todo tipo de protocolo para manifestar su euforia al arrebatar a un desolado Roger Federer su preciado trofeo. Era el 2008 y el balear hacia historia para el tenis nacional. Nadal confesó que ganar por segunda vez el torneo más importante de tenis "es más que un sueño" para él, especialmente después del "difícil año" que pasó en 2009.
El tenista de Manacor disputó en la pista Central del All England Club su cuarta final en este Grand Slam, que resolvió en 2 horas y 13 minutos.
Esta vez Nadal daba un paso más. Afianzó su magisterio en el césped inglés y abortó cualquier esperanza de su oponente checo, un novato en las grandes finales.
Al checo le faltó descaro, creatividad, y se quedó a las puertas aunque arrancó con algún alarde de brillantez.
El duodécimo cabeza de serie quiso plasmar en la Catedral la efectividad con la que despidió del All England Club al mismísimo Roger Federer y al serbio Novak Djokovic. Pero frente a él tenía a un Nadal arrollador, un número uno que derrochó genio e ingenio.
El hombre que se ganó a pulso el papel de coprotagonista en el final de un cuento que tradicionalmente interpreta el helvético Federer suspendió hoy en golpes y erró en la auténtica batalla, la mental, crucial cuando el tipo que devuelve las bolas es Nadal. El mejor Nadal.
Así expresó el número uno del mundo sus emociones al recoger sobre la hierba de la Central la copa de campeón, tras vencer en su cuarta final en estas instalaciones al checo Tomas Berdych, por 6-3, 7-5 y 6-4.
"Tener este trofeo en mis manos es gratificante", dijo Nadal después de recordar los peores momentos de su carrera, por lesiones, que lo ausentaron de este Gran Slam el año pasado.
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